La expectativa generada por el inicio de la competencia local por fin podrá ser compensada por la vuelta del fútbol. Con la reanudación confirmada para el 30 de octubre muchos equipos renovaron sus ilusiones. Aunque lógicamente cada uno tendrá su objetivo particular que lo motiva para llevar adelante su planeamiento.
El nuevo torneo tendrá un formato de copa muy particular que constará de seis grupos de cuatro integrantes. Allí jugarán todos contra todos ida y vuelta, totalizando seis encuentros cada uno. Luego avanzarán los dos primeros de cada zona. Esos 12 clasificados volverán a dividirse en dos. Tras enfrentarse entre sí una vez, el ganador de cada grupo jugará la final.
Aquellos que finalicen terceros o cuartos podrán a su vez competir por una plaza a la Copa Sudamericana 2022. Los puntos además no contarán para los promedios, por lo que los clubes más chicos podrán tener un respiro y proyectar a futuro sin la presión de salvar la categoría. Sin embargo, River y Boca están en un mundo aparte al del resto.
Un boleto a la próxima Libertadores es el premio que estará en juego. La cuestión para resaltar aquí es que ambas instituciones ya consiguieron su clasificación a través de la última Superliga que concluyó en marzo con el Xeneize consagrándose campeón. Esto hace que la incentivación estará más del lado económico que del deportivo.
Simultáneamente a la competencia local se estarán disputando obviamente las instancias decisivas de la actual edición de la competencia continental. El único objetivo de los dos es quedarse con aquel prestigioso trofeo. La importancia que le darán entonces al torneo local seguramente será mínima, por no decir nula.
Habiendo ya concluido la instancia de grupos de la Copa Libertadores hay un poco más de claridad respecto al calendario de cada uno. En la semana quedó confirmado que los dos consiguieron clasificarse primeros. Esto significa que tendrán la ventaja de definir la serie de octavos de final como locales.
La buena noticia para la Liga Profesional de Fútbol es que al menos en un principio podrán colocar a sus titulares para las primeras fechas. Esto tiene que ver con que la siguiente fase de la Copa Libertadores iniciará recién a fines de noviembre, por lo que tanto Marcelo Gallardo como Miguel Russo estarán obligados a colocar lo mejor que tengan disponible para evitar perder ritmo de competencia.
Este panorama hace que al menos por la primera parte de la nueva competencia argentina los dos equipos más poderosos del país estén enfocados. Si bien los dos tienen planteles con jerarquía de sobra como para presentar alineaciones competitivas, siempre hay una brecha entre titulares y suplentes. Aunque allí surge lo que podría ser tomado como una meta complementaria de ambos en este torneo.
La presión por conseguir títulos todo el tiempo hace que muchas veces se apueste por la experiencia de aquellos consagrados. Los juveniles suelen entonces ser relegados a un plano menos relevante. Eso dificulta inevitablemente el crecimiento de los futbolistas producidos por las divisiones inferiores.
El repetido concepto de la rotación es lo que les dará una oportunidad para mostrarse a los que estén iniciando sus carreras en el profesionalismo. Quizás no sea un premio muy relevante para los hinchas, pero la posibilidad de ver a más jóvenes mostrándose podría traer buenos resultados a futuro. Esto podría resultar en un factor importante para las dirigencias.
Históricamente la venta de jugadores es la manera de financiamiento de los clubes argentinos. Por ejemplo, River acaba de vender a Lucas Martínez Quarta en más de 15 millones de dólares. En tiempos en los que la constante crisis económica argentina se vio acentuada por la expansión del coronavirus esto no debería ser un detalle para dejar de lado.